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irving ramírez cruz

David Nebreda

No hay nadie que haya jamás escrito, o pintado, esculpido, modelado, construido, inventado a no ser para salir del infierno. Estas palabras de Antonin Artaud, excepcional artista enfermo de esquizofrenia, sirven ahora para presentar las imágenes más impactantes del nuevo mártir del panorama artístico internacional. Heridas, amputaciones, flagelaciones y llagas en su piel (todas ellas reales y no simples performances fingidas) dan cuenta de la relación especial que la locura puede mantener con la creación fotográfica en el caso de David Nebreda (Madrid, 1952), que confiesa que su vida es muchísimo peor a lo que muestran sus ya de por sí desgarradoras imágenes. Enfermo de esquizofrenia paranoide desde que tenia 19 años, no toma medicación y su única terapia la constituyen sus propias fotografías. Una de sus imágenes (probablemente escrita con fluidos corporales) contiene el siguiente texto a veces entrecortado con palabras en sucesión sin formar frases completas: he conocido al enemigo de dentro y de fuera. Tengo miedo de seguir utilizando mi sangre, las quemaduras, los azotes, el agotamiento, los clavos. Sólo conservar de mi patrimonio el silencio (…), movimiento, excremento, ritos…


David Nebreda

Encerrado en su casa durante veinte años, sin mantener relación con ninguna otra persona y sufriendo ayunos severos que le han mantenido en un estado de máxima delgadez, ha torturado su cuerpo al mismo ritmo que la esquizofrenia ha martirizado su mente. Ha vivido aislado del mundo en un piso de Madrid que nadie sabe donde está. Sin conceder entrevistas, ni ver la televisión ni leer ningún periódico. Sólo algún privilegiado ha conseguido al parecer arrancarle algunas palabras al propósito de sus obras. Vive bajo la tiranía de la tortura y del dolor que él mismo se ha impuesto para enfrentarse a los fantasmas de su mente. La cámara fotográfica ha sido fiel testigo de las autotorturas que ha llevado a cabo sobre su propio cuerpo de forma tan salvaje como ritual.

Al parecer, David Nebreda, licenciado en Bellas Artes, tras este encierro voluntario en su casa durante tantos años, entregó su trabajo a una persona conocida. Finalmente, sus imágenes fueron a parar a manos del galerista Renos Xippas quien le dedicó una exposición en su local de París; donde el sociólogo Léo Scheer vio su obra y decidió hacerse editor para divulgarla. A partir de aquí, su obra ha sido motivo de numerosos debates en Francia. El propio filósofo Jean Baudrillard ha escrito un artículo sobre él. Pero, lo cierto es que su trabajo no se está divulgando al exterior como realmente merece a lo que probablemente contribuirá en cierta medida la salud delicada del artista.

Las fotografías de David Nebreda son un caso excepcional como puede verse, ya que su trabajo tiene la virtud de plantear cuestiones vitales para el arte contemporáneo que giran fundamentalmente en torno al cuerpo y al papel del artista en la sociedad en su cruce con el problema de la locura y sus relaciones con la imaginación y la creación artística. Pero, además de la imaginación, el trabajo del madrileño entra de forma brutal en el tema de lo siniestro; concretamente en dos de sus ámbitos estéticos: lo asqueroso y el dolor desde sus expresiones más masoquistas. Territorios explorados como nadie por un fotógrafo como Joel Peter Witkin pero desde una perspectiva diferente. Witkin siempre utiliza a otras personas y nunca a sí mismo y, además, emplea cadáveres para conseguir explicitar el asco desde una perspectiva de estetización de lo siniestro, mientras que David Nebreda documenta tanto el asco como el masoquismo sobre un ser vivo que es él mismo y jugando simultáneamente con la estetización y la explicitación de lo siniestro en un trabajo fronterizo pero “paradójicamente” gestado desde la radicalidad de unas experiencias contundentes del fotógrafo.

Pero también ambos artistas han abordado el tema del doble, de la pesadilla, de la tragedia, de la maldad, lógicamente también la locura y por tanto son conocedores de la ritualidad necesaria en la puesta en escena de lo siniestro, que en el caso de Nebreda se explicita en numerosas ocasiones en una exclusión de lo sexual en favor de destacar sus tormentos y pesares en autoagresiones. Por eso es un ser vivo provisional en todo caso, ya que sus imágenes se plantean como auténticos suicidios no consumados ante la cámara, pero un artista que rezuma autenticidad por los cuatro costados; de tal forma que frente a la precariedad del hombre David Nebreda crea una figura gigante del artista surgido de un medio como el fotográfico. Él mismo ha ido conociendo a la fotografía de forma autodidacta al mismo tiempo que ha saboreado los estragos de una enfermedad radical.

De todos los autores vistos éste en mi opinión fue el más impactante, con sus imágenes fuertes, plasmando sus ultimos momentos de vida, el proceso por el cual pasaba antes de llegar a su punto final. Por parte del autor pienso que hay una enorme valentía por lograr hacer este tipo de fotos y en cierta forma una resignación a morir pero dejando antes su huella por el mundo con estas magnificas representaciones pero escalofriantes de su sufrimiento. A pesar de estar en sus útlimas bocanadas de aire por así decirlo, se atreve a crear este tipo de imágenes y de alguna manera te hace sentir aunque sea un poco o más bien dicho, te comparte un poco de su sufrimiento en ellas, lo primero que me vino a la mente al ver sus fotos fue un pensamiento acerca de él, de como se sentirá, porque lo haría. Al igual que las fotos de Peter Wilkin, nos muestran el lado no "bello" de las fotos pero a la vez atractivo y con cierta "belleza rara", sus fotos son demasiado impactantes y en algunas da la sensación de estar muerto cuando solo está posando.

 

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