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irving ramírez cruz

Manuel Alvarez Bravo

No puedo explicar con claridad en que consiste el arte de Manuel, pero le da un toque de misterio a todo lo que enfoca. El realismo de sus fotografías es bueno, la naturalidad con la que las personas se muestran frente a su cámara es fascinante, es decir, ni parece actuado y sus ambientes siempre están envueltos en una atmósfera de gran atractivo. Con el blanco y negro en una tierra de color, Álvarez Bravo capta el drama y la belleza de lo mexicano.

A pesar de estos estudios, Álvarez Bravo siempre ha sido considerado como autodidacto. Su primera influencia importante en el universo de las imágenes la tuvo en 1923 al conocer al fotógrafo alemán Hugo Breme, quien lo incitó a comprar su primera cámara. Para 1925 obtuvo su primer premio en un concurso local en Oaxaca. Iniciaba pues, la historia de uno de los padres de la fotografía Mexicana. En el mismo año, contrajo matrimonio con Lola Martínez de Anda, quien años más tarde, asumió la misma profesión.

En 1930 se volcó por completo a la tarea fotográfica y en 1932 realizó su primera muestra individual en la Galería Posada. En esa época compartió exposiciones con el famoso fotógrafo francés Henry Cartier Bresson en las salas del Palacio de Bellas Artes, fascinando a André Bretón quien descubrió en su trabajo un surrealismo innato.

En 1936 expuso en la Galería Hipocampo del poeta mexicano Xavier Villaurrutia. Durante este periodo se adentró en la experiencia de nuevas soluciones que lo apartaron por completo del lenguaje visual desarrollado por los artistas de la lente que lo antecedieron, empleando elementos que dan mayor énfasis a la capacidad para evocar imágenes, a través de los sugestivos títulos de sus fotografías, basadas en la cultura y en la tradición mexicanas, que denotan una gran perspicacia y, en ocasiones, un fino sentido del humor.

Durante una larga trayectoria nacional e internacional, Álvarez Bravo acumuló experiencias, premios, reconocimientos, exposiciones, incluso gran parte de su labor ha consistido en reunir y dar a conocer importantes colecciones fotográficas, así como la creación del Primer Museo de la Fotografía en México. Dentro de sus premios destacan los siguientes: Premio Nacional de las Artes (México, 1975), Condecoración oficial de la Ordre des Arts et Lettres Français, en 1981, Premio Víctor Hasselblad (Suecia, 1984) y el Master of Photography del ICP (Nueva York, E.U.A, 1987).

La década de los cuarenta, marcó el inicio de Álvarez Bravo en el mundo del cine con !Que Viva México! (Eisenstein, 1930), y participó en rodajes con personalidades como Jonh Ford y Luis Buñel. Asimismo, en 1944, fue realizador del largometraje Tehuantepec, y de los cortometrajes Los tigres de Coyoacán, La vida cotidiana de los perros, ¿Cuánta será la oscuridad? (con el escritor José Revueltas) y El obrero (con el también escritor Juan de la Cabada). Es en esta década cuando consolida su madurez artística (que aún perdura), mediante recursos tales como la yuxtaposición, el aislamiento de detalles y el ordenamiento con rigor geométrico. Ello dio como resultado el manejo simultáneo de lo familiar y lo inesperado, generando una ambigüedad que invita al espectador a ver con nuevos ojos las cosas cotidianas y a construir su propio significado.

Mauel fue un gran personaje además con bastante talento, tanto fue que hasta se metió en el mundo del cine lo cual fue un paso clave ya que como se menciona anteriormente, es lo que "consolida su madurez artística". Es un orgullo que también existan figuras mexicanas en estas materias y sobre todo que destaquen, lo que demuestra en si tenemos talento en muchas otras cosas, sin embargo, no hay las suficientes personas que reconozcan estos trabajos porque casi nadie tiene la noción de que existen, es decir, en la mayoría de los casos no hay interés más amplio de cultura.

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